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“Sabemos que o Cântico de São João da Cruz é sua obra predileta e, além disso, reflexa fielmente a sua própria alma, pois o cantou e o viveu nos momentos decisivos de sua existência. O Cântico é a oração de um místico poeta que vive do amor de Deus e, por isso, é o poema mais completo e mais próximo de sua experiência. Na realidade, tomado em seu conjunto, tem muito de autobiografia espiritual. O amor que anima a vida inteira de São João da Cruz e inspira seus escritos assume no Cântico toda a força de uma vocação e de uma paixão.
Nesse sentido, alguém de muita autoridade, ao estudar «a experiência do Irmão Rafael à luz dos ensinamentos de São João da Cruz», disse:
«Ao querer comparar estas duas almas (São João da Cruz e o Irmão Rafael), ao tratar de explicar este encontro que se deu entre elas, tem que ter em conta a fortíssima paixão de Deus, que ambos padeceram e que é o segredo de suas vidas entregues. Sem dúvida, essa paixão foi vivida e manifestada com seus próprios matizes existenciais em cada um deles. Cada alma é uma alma. Mas com uma paixão cravada como um dardo no coração de um e de outro, e que é o que provoca o dinamismo vital em suas respectivas vidas.
São João da Cruz foi um de seus grandes amigos. Um de seus guias espirituais. O mais citado em seus escritos. Com ele sintonizou maravilhosamente sua alma endeusada. Ambos foram peregrinos do Absoluto. Sofreram a paixão de Deus. Paixão de amor e de dor. Paixão mística. Só Deus! Só Deus!, foi seu grito na noite. É o pessoal e o social que todos padecemos e que talvez nos acovarde, como um sinal de luz que Deus, por meio de Rafael, nos regala para despertar nossa pobreza de fé, de esperança e de amor. Nada e Tudo. Só Deus!» (Jiménez Duque, B., Espiritualidad del Hermano Rafael, pp.75,85, na Semana de Espiritualidade do Irmão Rafael, Monasterio Cisterciense de San Isidro de Dueñas, Palencia, 1984)”.
Fray Mª Alberico Feliz Carvajal, OCSO
Vida y Escritos del Beato Fray María Rafael Arnáiz Barón
Introducción, pp.52-53
En español:
Beato Rafael Arnáiz y San Juan de la Cruz
“Sabemos que el Cántico de San Juan de la Cruz es su obra predilecta y, además, refleja fielmente su propia alma, pues lo ha cantado y lo ha vivido en los momentos decisivos de su existencia. El Cántico es la oración de un místico poeta que vive del amor de Dios y, por eso, es el poema más completo y más cercano a su experiencia. En realidad, tomado en su conjunto, tiene mucho de autobiografía espiritual. El amor que anima la vida entera de San Juan de la Cruz y inspira sus escritos, asumen en el Cántico toda la fuerza de una vocación y de una pasión.
En este sentido, alguien, de mucha autoridad, al estudiar «la experiencia del Hermano Rafael a la luz de las enseñanzas de San Juan de la Cruz», ha dicho:
«Al querer comparar estas dos almas (San Juan de la Cruz y el Hermano Rafael), al tratar de explicar este encuentro que se ha dado entre ellas, hay que tener en cuenta la fortísima pasión de Dios, que ambos padecieron y que es el secreto de sus vidas entregadas. Sin duda esa pasión se ha vivido y manifestado con sus propios matices existenciales en cada uno de ellos. Cada alma es una alma. Pero con una pasión clavada como un dardo en el corazón de uno y de otro, y que es el que provoca el dinamismo vital en sus respectivas vidas.
San Juan de la Cruz fue uno de sus grandes amigos. Uno de sus guías espirituales. El más citado en sus escritos. Con él sintonizó a maravilla su alma endiosada. Ambos fueron peregrinos del Absoluto. Sufrieron la pasión de Dios. Pasión de amor y de dolor. Pasión mística. ¡Sólo Dios! ¡Sólo Dios!, fue su grito en la noche. Es el personal y social que todos padecemos y que quizá nos acobarda, como una consigna de luz que Dios, por medio de Rafael, nos regala para despertar nuestra pobreza de fe, de esperanza y de amor. Nada y Todo. ¡Sólo Dios!» (Jiménez Duque, B., Espiritualidad del Hermano Rafael, pp.75,85, en Semana de Espiritualidad del Hno. Rafael, Monasterio Cisterciense de San Isidro de Dueñas,Palencia, 1984)”.
Nesse sentido, alguém de muita autoridade, ao estudar «a experiência do Irmão Rafael à luz dos ensinamentos de São João da Cruz», disse:
«Ao querer comparar estas duas almas (São João da Cruz e o Irmão Rafael), ao tratar de explicar este encontro que se deu entre elas, tem que ter em conta a fortíssima paixão de Deus, que ambos padeceram e que é o segredo de suas vidas entregues. Sem dúvida, essa paixão foi vivida e manifestada com seus próprios matizes existenciais em cada um deles. Cada alma é uma alma. Mas com uma paixão cravada como um dardo no coração de um e de outro, e que é o que provoca o dinamismo vital em suas respectivas vidas.
São João da Cruz foi um de seus grandes amigos. Um de seus guias espirituais. O mais citado em seus escritos. Com ele sintonizou maravilhosamente sua alma endeusada. Ambos foram peregrinos do Absoluto. Sofreram a paixão de Deus. Paixão de amor e de dor. Paixão mística. Só Deus! Só Deus!, foi seu grito na noite. É o pessoal e o social que todos padecemos e que talvez nos acovarde, como um sinal de luz que Deus, por meio de Rafael, nos regala para despertar nossa pobreza de fé, de esperança e de amor. Nada e Tudo. Só Deus!» (Jiménez Duque, B., Espiritualidad del Hermano Rafael, pp.75,85, na Semana de Espiritualidade do Irmão Rafael, Monasterio Cisterciense de San Isidro de Dueñas, Palencia, 1984)”.
Fray Mª Alberico Feliz Carvajal, OCSO
Vida y Escritos del Beato Fray María Rafael Arnáiz Barón
Introducción, pp.52-53
En español:
Beato Rafael Arnáiz y San Juan de la Cruz
“Sabemos que el Cántico de San Juan de la Cruz es su obra predilecta y, además, refleja fielmente su propia alma, pues lo ha cantado y lo ha vivido en los momentos decisivos de su existencia. El Cántico es la oración de un místico poeta que vive del amor de Dios y, por eso, es el poema más completo y más cercano a su experiencia. En realidad, tomado en su conjunto, tiene mucho de autobiografía espiritual. El amor que anima la vida entera de San Juan de la Cruz y inspira sus escritos, asumen en el Cántico toda la fuerza de una vocación y de una pasión.
En este sentido, alguien, de mucha autoridad, al estudiar «la experiencia del Hermano Rafael a la luz de las enseñanzas de San Juan de la Cruz», ha dicho:
«Al querer comparar estas dos almas (San Juan de la Cruz y el Hermano Rafael), al tratar de explicar este encuentro que se ha dado entre ellas, hay que tener en cuenta la fortísima pasión de Dios, que ambos padecieron y que es el secreto de sus vidas entregadas. Sin duda esa pasión se ha vivido y manifestado con sus propios matices existenciales en cada uno de ellos. Cada alma es una alma. Pero con una pasión clavada como un dardo en el corazón de uno y de otro, y que es el que provoca el dinamismo vital en sus respectivas vidas.
San Juan de la Cruz fue uno de sus grandes amigos. Uno de sus guías espirituales. El más citado en sus escritos. Con él sintonizó a maravilla su alma endiosada. Ambos fueron peregrinos del Absoluto. Sufrieron la pasión de Dios. Pasión de amor y de dolor. Pasión mística. ¡Sólo Dios! ¡Sólo Dios!, fue su grito en la noche. Es el personal y social que todos padecemos y que quizá nos acobarda, como una consigna de luz que Dios, por medio de Rafael, nos regala para despertar nuestra pobreza de fe, de esperanza y de amor. Nada y Todo. ¡Sólo Dios!» (Jiménez Duque, B., Espiritualidad del Hermano Rafael, pp.75,85, en Semana de Espiritualidad del Hno. Rafael, Monasterio Cisterciense de San Isidro de Dueñas,Palencia, 1984)”.
Fray Mª Alberico Feliz Carvajal, OCSO
Vida y Escritos del Beato Fray María Rafael Arnáiz Barón
Introducción, pp.52-53
Na cultura pós-moderna, onde a busca da transitóriedade, eleita como absluta, trás-nos o vazio da pressa e da constante insatisfação; a memória e presença de Irmão Rafael, nos faz redirecionar nossas buscas, destruindo os "bezerros de ouros" fugazes, alardeados como bens de felicidades. Ele, Rafael, nos aponta para o essencial - Deus: "solo Dios". Esta radicalidade diante de um mundo desacralizado, é anuncio e profecia. Que Rafael Arnáiz, nosso irmão nos caminhos do Espírito, nos ajude a vivenciar a realidade transformadora: Solo Dios Basta!
ResponderExcluirDeus abençoe.
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